Journal 29: Entrevista a Ignacio Goitia

Journal 29: Entrevista a Ignacio Goitia

Ignacio Goitia, un pintor nacido en Bilbao que ha convertido la arquitectura y la naturaleza en protagonistas de un universo artístico único. Doctor en Historia del Arte, combina la monumentalidad clásica con toques de ironía, trasladando sus obras más allá del lienzo hacia pañuelos, papeles pintados y proyectos escenográficos que invitan a habitar el arte.

Tu obra mezcla arquitectura y animales. ¿Podrías contarnos qué reflexión hay detrás de esa combinación tan potente?
“Siempre me ha fascinado la arquitectura. De hecho, al terminar la carrera de Bellas Artes y, más tarde, el doctorado en Historia del Arte, llegué a plantearme seriamente estudiar Arquitectura. Sin embargo, debo admitir que las matemáticas y la física se me daban fatal. Así que, en lugar de construir edificios, decidí pintarlos sobre lienzos.

Hay muchos aspectos de la arquitectura que me resultan interesantes, pero hay uno en particular que siempre ha despertado en mí una especial curiosidad: la semiótica de las construcciones monumentales. Es decir, la manera en que la escala y la forma de los edificios transmiten, sin palabras, mensajes vinculados al poder, la autoridad y la jerarquía. A lo largo de la historia, la arquitectura ha funcionado como un instrumento simbólico de poder. Edificaciones grandiosas como palacios, iglesias, bancos, ministerios… han sido diseñados no sólo para cumplir una función práctica, sino también para representar la grandeza de sus comitentes y legitimar su posición social o política.

En este juego de proporciones entra, con cierta ironía, uno de mis animales fetiche: la jirafa. Su figura alargada y elegante aparece en mis obras como un guiño visual que contrasta con la monumentalidad de estas arquitecturas. Como si, más que para resaltar el poderío de seres humanos, estos espacios hubieran sido diseñados para criaturas altas, majestuosas y un tanto extravagantes. Al fin y al cabo, incluso figuras históricas como Luis XIV —que no era muy alto— recurrieron a recursos como los tacones para proyectar una imagen más imponente.”

¿En qué momento decidiste convertir un cuadro en un fular?
“Fue en mi última exposición en Miami donde probé por primera vez. Me apetecía llegar a un público más amplio más allá del mundo de las galerías y los museos y se me ocurrió hacer una prueba en formato pañuelo de seda con uno de los diseños de los papeles pintados que había creado como parte de la instalación de la exposición. Fue un éxito, y lo que empezó como un divertimento en parte dio un giro a mi vida.”

¿Cuál fue el primer pañuelo que diseñaste?
“Como te decía el primero estaba inspirado en los papeles pintados que empezaba a diseñar, a modo de boiserie en blanco y negro para integrar en ellas mis cuados. De esta manera se creaba un salón dibujado de donde colgaba el resto de mi obra. Esta visión también cambió la manera de presentar mis cuadros. Durante la pandemia, como no podía ir al estudio, comencé a colorearlos en casa y así surgió mi primera colección titulada Flatiron, como el edificio de Nueva York, ya que este aparecía en el centro rodeado de una extravagante reinterpretación de una chinoiserie. Ahora estos pañuelos y fulares tienen mucha demanda y los sigo editando en diferentes colores. Se se han convertido en uno de mis clásicos.”

¿Un viaje con impacto artístico?
“Generalmente casi todos los que hago. Me apasiona viajar, aunque no soy de irme hasta el quinto pino a tirarme en una playa a descansar. Los viajes siempre los planteo como un aprendizaje y son una constante fuente de inspiración para mis cuadros. Muchos de los libros de arte, arquitectura, urbanismo o paisajismo que tengo en casa están llenos de papelitos que marcan lugares que me interesan y me gustaría conocer en vivo. Porque los libros son maravillosos, pero los lugares para entenderlos y sentirlos hay que visitarlos y vivirlos. Cuando puedo, suelo organizar mis viajes en función de esos lugares, así surgió, por ejemplo, un viaje a Baviera donde visitamos, entre otros, el Walhalla en Ratisbona, la Befreiungshalle
 en Kelheim o la Gliptoteca de Múnich y el Propyläen, todos construidos por el arquitecto Leo Von Klenze, o también el palacio de La Residencia en Wurzburgo con la gran escalinata diseñada por Balthasar Neumann y coronada con el fresco más grande del mundo pintado por Tiépolo. Al de unos meses todos estos lugares protagonizaban varios de mis cuadros.”

¿Algún proyecto en marcha?
Si, muchos, aunque los iré revelando poco a poco. Una de las muchas cosas fascinantes de cumplir años es que tienes la perspectiva de ver como has ido dirigiendo y construyendo tu vida, y que si te esfuerzas y te centras eres capaz de conseguir lo que te propongas. Es curioso ver como un proyecto te va llevando a otro. Tras la escenográfica expo que te comentaba de Miami, llegaron otras aun más escenográfica como mi retrospectiva en Bilbao, que luego viajó a Roma y a Lisboa. Gracias a ellas llegó el éxito del montaje museográfico que realice para la exposición Palabras de viajeros en la Biblioteca Nacional, donde también se batieron récords de asistencia. Al crear mis nuevas tiendas me apetecía trasladar también esto a la vida cotidiana a través de los papeles pintados que realizo a media para cada cliente y me empezaron a surgir numerosos encargos. Sin pretenderlo creo que me estoy volviendo un poco decorador, aunque con una visión más desde el arte. Por ejemplo, ahora estoy terminando de transformar, para unos clientes y con mis papeles pintados, un nuevo restaurante vasco francés que muy pronto abrirá sus puertas en la calle Génova nº 7. Me encanta tratar los espacios como si fueran una obra de arte habitable, como si el visitante estuviera dentro de un dibujo o un cuadro.”

¿Cuál es tu hotel favorito?
El Hotel du Palais en Biarrtz. Me encanta ese lugar. Cada vez que te levantan la barrera de la puerta principal del jardín, para entrar con el coche es como viajar en el tiempo."

¿Qué lugar del mundo te gustaría recorrer con tus friulanes puestas?
“Que bonita pregunta. Pues… no se…, se me ocurre…
La Gipsoteca canoviana en Possagno, un pequeño museo fascinante y más si lo visitas a la luz de las velas, como lo mostraba el escultor Antonio Canova a sus clientes y amigos. Está cerca de Friuli el lugar de origen de las frulanes en el siglo XIX. Quién sabe si Canova también las usaba para andar por su taller.”

¿Cómo diseñarías tus Cayumas perfectas?
“Supongo que, con alguno de mis cuadros estampados en tela, o con algún dibujo bordado sobre el terciopelo. Hace unos años hice una colaboración con una conocida marca de slippers con sede en Palm Beach y Nueva York y me encantó la experiencia.”