Journal 46: Entrevista a Johanna von Múller-Klingspor
Johanna von Múller-Klingspor es una emprendedora venezolana-austríaca afincada en Madrid, conocida por su éxito en el mundo de la hostelería y el catering. Cofundadora de locales como Café Murillo y El Velázquez 17, y del catering de lujo Coolinaria, Johanna ha logrado consolidar una propuesta gastronómica que combina tradición, creatividad y sensibilidad.
Has vivido en varios países (Venezuela, Austria, EE.UU., Indonesia…) antes de asentarte en Madrid. ¿Cómo crees que esa experiencia multicultural ha influido en tu forma de emprender y de ver la hostelería?
“Haber vivido en países tan distintos me dio una sensibilidad especial hacia las personas y sus formas de relacionarse con la mesa. En cada cultura descubrí una manera distinta de acoger, de celebrar, de cocinar y de compartir. Eso ha marcado profundamente mi forma de emprender: me enseñó a observar, a escuchar antes de proponer, y a entender que la hostelería no va solo de comida, sino de crear espacios donde la gente se sienta vista. Creo que mi mirada es híbrida: combina disciplina centroeuropea, calidez latinoamericana, creatividad estadounidense y esa conexión con la naturaleza y la sencillez que viví en Asia. Todo eso convive hoy en mis proyectos.”
¿Qué lección de tus inicios, desde como anfitriona en la universidad, aplicas hoy en día en tus empresas de hostelería?
“Desde la universidad entendí algo que me acompaña hasta hoy: ser anfitriona es un acto de generosidad. No importa si tienes una mesa espectacular o algo sencillo; lo importante es que quien llega sienta que estás feliz de recibirle. A día de hoy sigo aplicando esa filosofía en mis equipos y en cada concepto que desarrollo: la hospitalidad empieza mucho antes de que llegue el cliente; empieza en cómo cuidamos al equipo, en cómo se piensa un espacio y en la intención con la que se diseña cada detalle.”
¿Qué significado tiene para ti el “éxito”? ¿Y cómo ha cambiado esa definición desde que empezaste hasta ahora?
“Cuando empecé, el éxito tenía mucho que ver con lograr metas, crecer, demostrarme que podía. Hoy, en cambio, el éxito para mí es equilibrio: poder crear proyectos que me ilusionen sin dejar de disfrutar de mi vida personal; rodearme de un equipo feliz; sentir que aporto algo valioso a cada lugar que toco. El éxito ya no es velocidad, es coherencia.”
¿Cuál es tu plato favorito?
“Hay dos sabores que me acompañan siempre: unos buenos tequeños — y los espaguetis al pesto de mi abuela, que tienen ese poder mágico de transportarme a mi infancia. Ambos representan lo mismo para mí: hogar, cariño y raíces.”
¿Qué papel tiene la artesanía en tu día a día?
“La artesanía, para mí, es una forma de resistencia: rescata el tiempo, lo humano, la imperfección bella. Me inspira constantemente. En mi trabajo busco rodearme de piezas hechas por manos reales —vajillas, manteles, muebles— porque transmiten alma y cuentan historias. Creo que la artesanía eleva cualquier experiencia, sobre todo en hostelería, donde el tacto y la mirada también alimentan.”
¿Qué lugar del mundo te gustaría recorrer con tus friulanes puestas?
“Me imagino recorriendo Kyoto con mis friulanes: caminando por templos, jardines, calles silenciosas… Es un lugar donde tradición y modernidad conviven con un respeto absoluto por el detalle. Creo que mis friulanes encajarían perfectamente en ese ritmo pausado y contemplativo.”