Journal 47: Entrevista a Jimena Pérez de Vaca
Jimena Pérez, una mujer periodista y comunicadora formada en el Tecnológico de Monterrey. Su presencia se caracteriza por la serenidad, la precisión y una elegancia discreta. Con sensibilidad hacia la palabra y la imagen, comunica con calma y rigor, dejando una impresión de autenticidad y un gusto único.
Cómo ha sido para ti brillar en dos países (México y España) con culturas, públicos y medios distintos?
“Brillar en México y en España ha sido un regalo inmenso. Son dos países increíbles que, aunque comparten idioma y ciertas raíces, tienen diferencias abismales que me han enseñado a mirar la vida desde ángulos nuevos. Migrar nunca es fácil: uno deja parte del corazón atrás, sobre todo a la familia, cuya ausencia pesa en los momentos cotidianos. Pero también descubres que en el país que te recibe nacen nuevas familias hechas de amigos que se vuelven hogar, que te sostienen y te acompañan.
Al final, vivir entre dos mundos me ha hecho apreciar lo mejor de cada uno y recordar que, incluso en lo duro, siempre hay un lado luminoso que vale la pena abrazar.”
En tu experiencia como conductora de televisión, ¿qué responsabilidad sientes que tienes frente a los temas sensibles (salud, maternidad, cáncer, etc.) que decides abordar?
“Como conductora siento una responsabilidad enorme cuando hablo de temas sensibles como la salud, la maternidad o el cáncer. No es solo información: detrás hay vidas, miedos, esperanzas y familias completas. Mi deber es tratarlos con respeto, con empatía recordando que alguien del otro lado de la pantalla puede estar viviendo justamente eso.
Intento ser un puente y acompañar y transitar con ellos a veces desde mi propia experiencia cuando corresponde, porque sé lo que significa y nos vuelve más cercanos a toda esa gente que día a día enciende su televisión para pasar un rato donde nosotros. Con el tiempo he descubierto que uno pasa de ser conductora de televisión a conductora de vidas, de historias de esperanza que te transforman y te recuerdan por qué vale la pena hacer lo que hacemos.”
En tu carrera has hecho coberturas internacionales (como los Olímpicos, premios Oscar, etc.). ¿Cuál de esas experiencias te marcó más y por qué?
“De todas las coberturas internacionales que he hecho, hay algunas que se quedan tatuadas en el corazón. Los Olímpicos, por ejemplo, me marcaron profundamente: estar ahí, viendo a atletas que han entregado su vida entera por un instante de gloria, me hizo entender la fuerza de la disciplina, el sacrificio y los sueños.
Los premios Platino, Latín Grammys o premios Oscar, donde todo brilla, lo que más me impresionó no fue la alfombra roja, sino presenciar historias que inspiran al mundo entero.
Cada cobertura me recuerda por qué amo mi trabajo.”
¿Qué consejo le darías a tu versión más joven al empezar en los medios?
“Le diría que confíe y que disfrute. Que no tenga miedo de equivocarse, porque justo ahí está el aprendizaje que más la va a fortalecer. Le diría que sea paciente, que no corra, que cada paso, incluso los que más duelen, la llevará a lugares maravillosos.
Y, sobre todo, le diría que se abrace más, que crea profundamente en su voz… y que siempre haga caso a su intuición. Porque algún día entenderá que todo lo que soñaba de niña sí era posible, y que lo importante no era llegar rápido, sino ser constante, tenaz y fiel a uno mismo.”
¿Qué te inspira de las cosas hechas a mano como nuestras Cayumas?
“Las cosas hechas a mano siempre me han inspirado profundamente, porque llevan algo que ninguna máquina puede replicar: el alma de quien las crea. Cuando veo unas Cayumas, siento eso. No son solo zapatos; son horas de dedicación, de cuidado extremo por cada detalle y de ese amor artesanal que se transmite en cada puntada.
Y lo más hermoso es que detrás de cada Cayumas hay una historia y un pedazo de corazón que viaja a muchas partes del mundo. Creo que lo hecho a mano nos recuerda el valor de lo auténtico, de lo que se hace con pasión y sin prisa.”
¿Qué lugar del mundo te gustaría recorrer con tus friulanes puestas?
“Me encantaría recorrer con mis friulanes las calles llenas de vida de México: desde los pueblitos coloniales hasta la playa más escondida. Sería mi manera de unir dos países que amo y que me han dado tanto.
Creo que esos zapatos, hechos con tanta dedicación, merecen pisar caminos que inspiren, lugares donde cada esquina cuenta una historia, igual que ellas. Sin importar el destino, siempre te recuerdan que llevas contigo un pedacito de amor y de artesanía a donde vayas.”