Journal 24: Entrevista a Bárbara Pan de Soraluce

Journal 24: Entrevista a Bárbara Pan de Soraluce

Bárbara Pan de Soraluce, apasionada de las Artes y Restauración, descubrió su verdadera pasión: decorar platos de porcelana Limoges y loza con un estilo muy personal. Inició como un hobby, compartiéndolo en Instagram nació “Los Platos de Pan”, que hoy goza de gran demanda internacional desde su taller en Madrid.

¿Cómo empezó “Los Platos de Pan”?
“Hace muchísimos años me metí en clases de pintura sobre porcelana, pero sin ninguna pretensión. Regalaba lo que iba haciendo a amigos y familiares y, a partir de un momento dado, mi hija me dijo que le daba pena que no quedara constancia de las piezas, que cada vez tenían más nivel. Fue ella la que empezó a retratarlas y la que abrió el instagram con el nombre. No intuíamos que creceríamos tanto.”

Te licenciaste en Bellas Artes en Irlanda y estudiaste restauración, ¿cómo influyen esas disciplinas en tu estilo al pintar una vajilla?
“No llegué a licenciarme en Bellas Artes, me fui de Irlanda antes, pero todo lo aprendido esos años está en mí y me influye todavía hoy. Tengo una forma de usar el pincel y la plumilla que es producto de la práctica, de la repetición, de la técnica. Abordo el dibujo desde el detalle y la pequeñez, con minuciosidad, lo que hago se parece más a un grabado que a una acuarela e incorporo el color como si estuviera
reintegrando una pintura antigua. Es un proceso delicado que no me saldría sin haber interiorizado las bases.”

¿Cómo describirías tu técnica a alguien que la ve por primera vez?
Uso plumilla mucho más que pincel, utilizo aglutinante mucho más acuoso que aceitoso, me gusta que el resultado quede como las acuarelas antiguas y que el dibujo sea muy nítido. Incido en el sombreado. Trazo firme y fluido.”

¿Cuál es tu material favorito?
En lo que se refiere a platos, me encanta el gres, la loza… Lo tosco, lo rugoso. Me gusta cómo quedan los dibujos sobre esos materiales porque chupan la pintura. El limoge es más delicado, más fino y elegante, pero yo prefiero trabajar sobre superficies menos lisas porque no resbalan, sujetan, así que ayudan al pincel.”

¿Algo que mejorarías de tu proceso?
“Debería ser más perfeccionista, yo tolero demasiado bien el error y no se trata solo de mí sino del nivel de exigencia del cliente. Para eso cuento con mi hija, que no me pasa una y me obliga a rehacer.”

¿Un error que se volvió arte?
Al principio, en la escuela donde aprendí, demostraba una enorme incapacidad para adaptarme a las normas… No me sometía a los códigos académicos. ¡Me costaba obedecer! Iba por mi lado, a mi aire, no hacía del todo caso y exploraba caminos nuevos, me buscaba la vida. Mi profesora, Carmen Muñoz, fue listísima y detectó que yo brillaba fuera de la constricción, así que en lugar de suprimir mi caos me dio alas e incentivó que fuera yo misma. De esa debilidad surgió mi principal fortaleza, porque mis platos son distintos gracias a eso.”

¿Cómo influye tu entorno (casa, jardín, materiales) en tu proceso creativo?
Yo soy como una esponja, absorbo todo y todo termina influyendo de forma inconsciente y se refleja en lo que hago. El mundo es una fuente inagotable de inspiración.”

¿Un libro que te haya gustado recientemente?
“El jardinero y la muerte, de Guergui Gospodínov.”

¿Qué lugar del mundo te gustaría recorrer con tus friulanes puestas?
“Japón, que no lo conozco. Es mi destino pendiente.”
 

¿Cómo diseñarías tus Cayumas favoritas?
“Creo que incorporaría una de mis flores, bordada.”